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Comida rápida y alergia

9 de febrero de 2017
by websalia

De todos es conocido el gran problema existente en la actualidad con el incremento y abuso de la costumbre de ingerir comida rápida preparada y servida para su consumo por parte de los adolescentes. Su alto contenido en azúcares, grasas saturadas, sodio, así como el déficit en sustancias saludables como vitaminas, minerales, grasas insaturadas y fibra le han hecho acreedora y merecedora de la conocida acepción de “comida basura”.

Está comprobado el efecto nocivo que provoca en adolescentes provocando abundantes problemas metabólicos que se traducen por un alto índice de obesidad y niveles de colesterol y glucosa muy elevados en edades tempranas.

Por si esto fuera poco, estudios recientes están relacionando de forma directa estos hábitos alimenticios con la aparición de problemas de tipo inmunológico. La incidencia de aparición de asma, eccemas y diferentes problemas alérgicos, parece incrementarse en un 39% en aquellos adolescentes que se alimentan tres veces a la semana a base de este tipo de comida.

Todo este daño producido por una mala alimentación puede ser revertido con un cambio hacia costumbres dietéticas más saludables. De hecho, la incorporación de suficiente fruta en la dieta proporciona un aporte de sustancias antioxidantes que produce un descenso aproximado del 14% en el riesgo de padecer asma u otros procesos alérgicos.

Este aumento en el consumo de sustancias saludables no tiene por que implicar el abandono absoluto del “placer“ de una comida rápida de vez en cuando. Pero hemos de guardar ciertas precauciones que aminoren su impacto sobre la salud.

  • El tamaño sí importa, con los menús “Big, Maxi, Doble y similares” se duplicarán las cantidades de azúcar, grasas y calorías.
  • Intentar minimizar los fritos como las patatas o los rebozados, añaden muchas calorías innecesarias.
  • Saber elegir los extras o alimentos adicionales que acompañan al menú principal. No es lo mismo decantarnos por una ensalada o un postre bajo en grasa, que seleccionar otros que contengan quesos, bacón o salsas.
  • Refrescos sí, pero sin abusar. A su correspondiente aporte calórico también se le unen los gases que contienen y las digestiones más pesadas que conllevan su ingesta.

Resumiendo, todos nos podemos dar un capricho de vez en cuando, pero que sea solo eso, un capricho y no se transforme en hábito. Nuestra salud y bolsillo nos lo agradecerán.

 

Dr. Juan Ramón González
Licenciado en Medicina y Cirugía
Asesor Médico de Asefa Salud

De todos es conocido el gran problema existente en la actualidad con el incremento y abuso de la costumbre de ingerir comida rápida preparada y servida para su consumo por parte de los adolescentes. Su alto contenido en azúcares, grasas saturadas, sodio, así como el déficit en sustancias saludables como vitaminas, minerales, grasas insaturadas y fibra le han hecho acreedora y merecedora de la conocida acepción de “comida basura”.

Está comprobado el efecto nocivo que provoca en adolescentes provocando abundantes problemas metabólicos que se traducen por un alto índice de obesidad y niveles de colesterol y glucosa muy elevados en edades tempranas.

Por si esto fuera poco, estudios recientes están relacionando de forma directa estos hábitos alimenticios con la aparición de problemas de tipo inmunológico. La incidencia de aparición de asma, eccemas y diferentes problemas alérgicos, parece incrementarse en un 39% en aquellos adolescentes que se alimentan tres veces a la semana a base de este tipo de comida.

Todo este daño producido por una mala alimentación puede ser revertido con un cambio hacia costumbres dietéticas más saludables. De hecho, la incorporación de suficiente fruta en la dieta proporciona un aporte de sustancias antioxidantes que produce un descenso aproximado del 14% en el riesgo de padecer asma u otros procesos alérgicos.

Este aumento en el consumo de sustancias saludables no tiene por que implicar el abandono absoluto del “placer“ de una comida rápida de vez en cuando. Pero hemos de guardar ciertas precauciones que aminoren su impacto sobre la salud.

  • El tamaño sí importa, con los menús “Big, Maxi, Doble y similares” se duplicarán las cantidades de azúcar, grasas y calorías.
  • Intentar minimizar los fritos como las patatas o los rebozados, añaden muchas calorías innecesarias.
  • Saber elegir los extras o alimentos adicionales que acompañan al menú principal. No es lo mismo decantarnos por una ensalada o un postre bajo en grasa, que seleccionar otros que contengan quesos, bacón o salsas.
  • Refrescos sí, pero sin abusar. A su correspondiente aporte calórico también se le unen los gases que contienen y las digestiones más pesadas que conllevan su ingesta.

Resumiendo, todos nos podemos dar un capricho de vez en cuando, pero que sea solo eso, un capricho y no se transforme en hábito. Nuestra salud y bolsillo nos lo agradecerán.

 

Dr. Juan Ramón González
Licenciado en Medicina y Cirugía
Asesor Médico de Asefa Salud
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