Sobre-diagnosticado e infra-diagnosticado a partes iguales, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad parece ser el problema de moda entre los padres y la comunidad educativa.

Y no es baladí, porque los niños con TDAH arrastran problemas persistentes, como la inatención, hiperactividad y comportamientos impulsivos. Pero no solo eso, si no que pueden sufrir también de baja autoestima y bajo rendimiento escolar además de la posibilidad de ir asociado con algún trastorno específico de aprendizaje como problemas con la lectura, escritura, comprensión y comunicación.

Lejos de querer banalizar esta afección crónica que empieza a detectarse entre los más pequeños entorno a los 7 años, nos hemos propuesto acudir a las fuentes autorizadas para aproximarnos al asunto.

Las estadísticas son claras: en un aula de 25 niños, puede que nos encontremos con dos alumnos con TDAH. Así que más nos vale entender los criterios de diagnóstico para, como padres o profesores, agudizar el ojo cuando salten las alarmas.

Para nuestra pequeña investigación hemos utilizado el DSM V (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) que es el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association, APA) y contiene descripciones, síntomas y otros criterios para diagnosticar trastornos mentales (siempre por profesionales). Te dejamos este enlace para que puedas comprobarlo tú mismo.

Según la fuente que te acabo de mencionar, para evaluar un posible caso de TDAH, el equipo de orientación del centro escolar, o el psicólogo del niño, se basará entre otros criterios en las directrices de este manual, pues han descubierto un patrón persistente que visibiliza el grado de inatención y/o hiperactividad-impulsividad del pequeño.

¡Te cuento cómo!

Tendrían que darse seis (o más) de los siguientes síntomas y mantenerse durante al menos 6 meses.

Inatención

Hiperactividad, impulsividad

Los profesionales tienen en cuenta también si estos síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos están presentes en dos o más contextos, como, por ejemplo, en casa y en la escuela.  

El tratamiento muchas veces implica prescribir medicamentos e intervenciones conductuales. Y tenemos que puntualizar que la mayoría de los casos evolucionan muy bien cuando los pequeños llegan a edad adulta.

Pero lo más importante es que si sospechas que tu hijo o hija o tu alumno encaja con lo que has leído, es interesante que lo consultes con el pediatra y con el centro escolar, ya que podrán poner en marcha algunas adaptaciones para que poder ayudarle en el ámbito académico.

En CLOSASEGUROS nos hemos comprometido en poner el foco sobre tu salud y la de tus seres queridos y te recordamos lo importante que es acudir a tu médico y ponerte en manos de profesionales si tienes cualquier duda sobre tu salud.

Blibliografía

Asociación Americana de Psiquiatría, Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM 5. Arlington, VA, Asociación Americana de Psiquiatría, 2013.

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